Santiago, ¿No te extraño?
martes, 29 de julio de 2008
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Ciudad Desmemoriada
Vivimos hoy en una ciudad casi sin antecedentes, sin recuerdos, sin memorias, y si aun no los ha perdido totalmente al menos estos se encuentran muy escondidos como para poder ser notarlos a simple vista. Una “Ciudad Desmemoriada”, como propone el libro “Santiago Imaginario” de Carlos Ossa y Nelly Richard. La rapidez con que funciona Santiago día a día nos deja agotados, sin aliento y enfría aquellas cicatrices de un pasado mas tranquilo que aun yacen frente a nuestros ojos, los vemos pero no los observamos y ya ni siquiera recordamos el porque de su existencia ni cual es su significado. Hoy en día prevalece mas lo nuevo, lo moderno, lo futurista, aquello que al compararnos con otras ciudades, nos convertirá en un Santiago del mañana, es así como en nuestro recorrido diario vemos construcciones y nuevas edificaciones, las cuales una tras otra se remontan en el horizonte acompañadas de grúas y cables que prometen un nuevo paisaje vanguardista, mayor aun del que nos satura, obstruye y repleta hoy.
Ante todo este ir y devenir de cosas, edificaciones, personas y cambios me resulta difícil imaginar un sentimiento de pertenencia e identificación en las personas; lo que un día sienten como propio en cosa de segundos cambia o se convierte. Sistemáticamente destruimos todo lo viejo, y pasamos a un estado constante de remodelación. Al parecer esta saturación de cambios no es exclusiva de hoy, en la revista Sucesos, de Mayo de 1917 afirmaban: “Las viejas casas coloniales caen derribadas por la picota y surge la casa moderna, cómoda, limpia, de belleza arquitectónica, el auto, a su vez, va reemplazando al coche de nuestros abuelos (...) Lo ideal sería que no circulara por las ciudades ningún carruaje tirado por caballos ¡Pero cuánto nos va a costar llegar a esto! Sin embargo, en los últimos meses la importación de automóviles ha tomado un gran incremento, y si esto se sostiene, el destierro del inmundo postino estará más cerca de lo que nos figuramos (...) Lo nuevo llega a reemplazar a lo viejo, así como en el sitio que ocupaba el rancho se alza el palacio moderno. Viene el auto, rápido y seguro, a excluir el coche sembrador de microbios (...) Además, una ciudad con muchos autos dará la impresión de una ciudad moderna y lujosa”. De esto podemos deducir que la obsesión ante la remodelación y el modernismo ha sido preocupación constante en la historia de la humanidad, aquel anhelado “Súper Future” como lo denomino Emilio Marín, en la charla que realizo a nuestro taller el pasado martes. El Súper Futuro, la modernización neoliberal nos ha costado “un Santiago que ha crecido sin plan y con asombros ocasionales, inventándose un presente continuo que conforma la imagen de una ciudad desmemoriada y al mismo tiempo compulsivamente orientada hacia lo nuevo” (Javier García, “Historias de la Calle, 17 de Agosto del 2005, La Nación). No es malo que la ciudad crezca, cambie y se renueve, al contrario es algo que nos mantiene vivos, sin embargo debemos lograr el hacer convivir nuestra identidad y pasado con lo que hoy en día somos y no dejarlo de lado como algo sin sentido de ser. No debemos dejar que el Futurismo que tanto deseamos y nos prometen absorba nuestra memoria causando su perdida; las edificaciones y construcciones del ayer deberían tener igual o mas importancia que las que se alzan hoy, las de hoy crecen deliberadamente solo con razones funcionales y practicas, en cambio las de ayer poseían fines mas profundos, de liberación, de lucha, de orígenes, de sacrificio ¿es justo dejarlas en el olvido?
Ante todo este ir y devenir de cosas, edificaciones, personas y cambios me resulta difícil imaginar un sentimiento de pertenencia e identificación en las personas; lo que un día sienten como propio en cosa de segundos cambia o se convierte. Sistemáticamente destruimos todo lo viejo, y pasamos a un estado constante de remodelación. Al parecer esta saturación de cambios no es exclusiva de hoy, en la revista Sucesos, de Mayo de 1917 afirmaban: “Las viejas casas coloniales caen derribadas por la picota y surge la casa moderna, cómoda, limpia, de belleza arquitectónica, el auto, a su vez, va reemplazando al coche de nuestros abuelos (...) Lo ideal sería que no circulara por las ciudades ningún carruaje tirado por caballos ¡Pero cuánto nos va a costar llegar a esto! Sin embargo, en los últimos meses la importación de automóviles ha tomado un gran incremento, y si esto se sostiene, el destierro del inmundo postino estará más cerca de lo que nos figuramos (...) Lo nuevo llega a reemplazar a lo viejo, así como en el sitio que ocupaba el rancho se alza el palacio moderno. Viene el auto, rápido y seguro, a excluir el coche sembrador de microbios (...) Además, una ciudad con muchos autos dará la impresión de una ciudad moderna y lujosa”. De esto podemos deducir que la obsesión ante la remodelación y el modernismo ha sido preocupación constante en la historia de la humanidad, aquel anhelado “Súper Future” como lo denomino Emilio Marín, en la charla que realizo a nuestro taller el pasado martes. El Súper Futuro, la modernización neoliberal nos ha costado “un Santiago que ha crecido sin plan y con asombros ocasionales, inventándose un presente continuo que conforma la imagen de una ciudad desmemoriada y al mismo tiempo compulsivamente orientada hacia lo nuevo” (Javier García, “Historias de la Calle, 17 de Agosto del 2005, La Nación). No es malo que la ciudad crezca, cambie y se renueve, al contrario es algo que nos mantiene vivos, sin embargo debemos lograr el hacer convivir nuestra identidad y pasado con lo que hoy en día somos y no dejarlo de lado como algo sin sentido de ser. No debemos dejar que el Futurismo que tanto deseamos y nos prometen absorba nuestra memoria causando su perdida; las edificaciones y construcciones del ayer deberían tener igual o mas importancia que las que se alzan hoy, las de hoy crecen deliberadamente solo con razones funcionales y practicas, en cambio las de ayer poseían fines mas profundos, de liberación, de lucha, de orígenes, de sacrificio ¿es justo dejarlas en el olvido?
Publicado por lorepalooza en 7:08 0 comentarios
Mi Ciudad
"Naturaleza, aventura y ciencias identifican a Punta Arenas, con sus paisajes de pampa, fiordos y canales, donde las nevadas cumbres de la Cordillera de Los Andes se funden con inmensas extensiones de bosques húmedos templados...", así es como el Sernatur define a esta ciudad para aquellos insaciables visitantes extranjeros. A mis cortos años de edad, no como una turista, logré notar el frío del Sur Chileno, aquel frío que calaba los huesos entre otoño y primavera, el cual llenaba las calles de una gruesa capa de escarcha, nieve y hielo. Aquel frío que los primeros días de junio convertía los suelos en claros blancos, bajas temperaturas, fuertes vientos; el denominado clima continental trasandino con degeneración esteparia (Dirección Metereológica de Chile). Recuerdo haber despertado aquellos días con el sonido de los barcos y gaviotas, las sirenas que anunciaban el arribe de los pasajeros hacia tierra, japoneses, alemanes, franceses y muchos extranjeros más repletaban la ciudad, desendían ansiosos de descubrir todo lo que ocultaban aquellas tierras, desde fuertes de los tiempos de las guerras con Argentina, hasta cuevas milenarias que existían desde siempre en esos lugares. Yo jamás entendí por qué esos lugares que eran como mi hogar, siempre eran tan misteriosos para aquellos extranjeros. En todo lugar hay sitios muy diferentes que llaman la atención por su peculiaridad, pero estos eran sumamente especiales, se mantenían vigentes como si nada, intactos ante el paso de los años.
Yo extraño esos lugares, que en invierno solian ser´sumamente fríos y en verano levemente calidos, aquellos deserticos parajes en que rara ocasión se podría disfrutar de la arena y el calor del sol, anhelo regresar a aquellas tierras misteriosas donde leyendas como las del calafate que promete un regreso próximo y la del dedo del Patagón otorgan deseos de seguir descubriendo y analizando lo que entora a aquella ciudad (http://www.patagoniachilena.com/ leyendas y mitos).
Yo extraño esos lugares, que en invierno solian ser´sumamente fríos y en verano levemente calidos, aquellos deserticos parajes en que rara ocasión se podría disfrutar de la arena y el calor del sol, anhelo regresar a aquellas tierras misteriosas donde leyendas como las del calafate que promete un regreso próximo y la del dedo del Patagón otorgan deseos de seguir descubriendo y analizando lo que entora a aquella ciudad (http://www.patagoniachilena.com/ leyendas y mitos).
lunes, 14 de abril de 2008
Publicado por lorepalooza en 19:29 0 comentarios